Sección 3

En nuestro ADN

Declaración de los Derechos de los Campesinos para mejorar la situación de las mujeres rurales en el mundo

Uno de los mayores retos asumidos por los Estados Miembros de la Organización de las Naciones Unidas, ha sido avanzar en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Desde que asumí la Presidencia del 73º Período de Sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, en septiembre de 2018, establecí siete prioridades para el año, en línea con la Agenda 2030: trabajo decente; personas con discapacidad; acción por el medio ambiente; migrantes y refugiados; igualdad de género; juventud, paz y seguridad; y renovación de la ONU.

En este marco, estamos trabajando para el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible No. 5, que se refiere a “Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”.

Como cuarta mujer en asumir la Presidencia de ese órgano principal, he dedicado mi trabajo a las mujeres y niñas del mundo. Alcanzar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y niñas contribuirá de manera decidida al progreso de la Agenda 2030 y será un gran catalizador que asegure el bienestar de todas las personas en un planeta sostenible.

Considero que la Asamblea General, como el órgano más representativo y democrático de la ONU y del sistema multilateral, tiene un rol fundamental en la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
En el Septuagésimo Tercer Período de Sesiones de la Asamblea General, el hilo conductor de mi gestión es acercar la ONU a la gente con acciones que demuestren que el multilateralismo funciona y que su trabajo se traduce en acciones positivas para la comunidad global y local.

En este sentido, estoy trabajando para fomentar el liderazgo político de las mujeres y transformando las normas sociales para acelerar el empoderamiento de las mujeres. A esto se suma el imperativo de poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas y proporcionar acceso a educación de calidad, especialmente para las niñas en situaciones de vulnerabilidad.

Uno de los sectores que enfrentan mayores dificultades en el mundo, fruto de la discriminación, la falta de acceso a la tierra y los servicios básicos y la evidente falta de reconocimiento a su aporte, son las mujeres rurales. Esto a pesar de que constituyen una cuarta parte de la población mundial, es decir cerca de 1.900 millones.

Las mujeres rurales garantizan el agua en las viviendas, cuidan las fuentes, cultivan gran parte de nuestros alimentos y trabajan con el ganado menor. No sólo alimentan a sus familias, sino a las comunidades locales.

Por su labor, son fundamentales en la mejora de la productividad agrícola, la seguridad alimentaria, lo que es clave para reducir los niveles de pobreza en sus comunidades. A pesar de su enorme aporte, la mayoría de las mujeres tiene un trabajo invisibilizado, infra valorado y mal remunerado. En los países en desarrollo, las mujeres rurales representan cerca del 43 % de la mano de obra agrícola.

Si las mujeres de los países en desarrollo tuvieran el mismo acceso a los recursos productivos que los hombres, podrían aumentar el rendimiento de sus explotaciones entre un 20 y un 30%. De cara a los objetivos de desarrollo sostenible, mejorar el acceso de las mujeres a los recursos productivos es fundamental para hacer frente al hambre.

Pero más allá de las cifras, es importante conocer el día a día de las mujeres rurales. Cuando se preparaba la Conferencia Mundial de Mujeres en Beijing, tuve la oportunidad de trabajar con las mujeres rurales, particularmente con indígenas amazónicas de Ecuador, algo que se tradujo en una importante reflexión. Evidentemente, las Conferencias de la ONU han sido momentos oportunos para desarrollar una red compleja de actores y reflexiones desde la base, sobre sus necesidades y la relación con los debates regionales e internacionales referentes a mujeres indígenas y desarrollo sostenible.

Abordamos, entre otros, la necesidad de garantizar la protección efectiva y el uso del conocimiento de las mujeres, así como las tecnologías relacionadas a la biodiversidad, promover la investigación sobre el rol, el conocimiento y la experiencia de las mujeres en la recolección y producción de alimentos, el uso de la tierra, entre otros. Pero quizás para las mujeres lo más importante era que consideraban a la tradición como un activo estratégico, no sólo para resolver problemas específicos de salud y nutrición, por ejemplo, sino como un medio para preservar la naturaleza y la cultura.

En 2012, durante la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, los Estados Miembros no lograron un documento final (conclusiones acordadas) de la reunión cuyo tema era precisamente la mujer rural, pero en ese mismo órgano subsidiario del ECOSOC, impulsamos la resolución presentada por Ecuador con apoyo de otros países sobre “Mujeres Indígenas: Agentes Claves para la Erradicación de la Pobreza y el Hambre.” Fue muy oportuno incluso para los esfuerzos desarrollados en lo posterior en la Conferencia de Río + 20.

Años después, con la Red de Mujeres Rurales de Ecuador y la Red de Mujeres Rurales de América Latina y El Caribe, nos comprometimos para trabajar hacia una Década de las Mujeres Rurales.

En todo este recorrido, ha sido claro que las Mujeres Rurales son agentes fundamentales para alcanzar la reducción de la pobreza y la seguridad alimentaria.

Son el motor de las comunidades rurales. Pero también tienen menos acceso a bienes, a educación y a todos los servicios.

Veinte años de trabajo conjunto
Fue un enorme privilegio presidir la sesión en la que aprobamos la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y de Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales , en diciembre de 2018. Esta Declaración busca garantizar la protección de los derechos de todas las poblaciones rurales, incluyendo las campesinas y los campesinos, los pescadores artesanos, nómadas, trabajadores agrícolas y pueblos indígenas, entre otros.

El objetivo de esta Declaración es contribuir a mejorar las condiciones de vida de los campesinos y trabajadores en las zonas rurales, de las mujeres y jóvenes. De esta manera se facilita la atención de un enorme sector de la población mundial, con altas condiciones de pobreza y necesidades básicas insatisfechas; y en el caso específico de las mujeres, altos niveles de discriminación.

La aprobación de esta Declaración también constituye también una contribución importante al esfuerzo internacional de promover la agricultura familiar y campesina –en gran parte en manos de las mujeres-, y proteger la biodiversidad. Aborda también los derechos a la salud, la educación, el agua potable y la vivienda, así como servicios financieros, tecnologías y mecanismos para proteger el ambiente.

Esta Declaración debe ser promovida e implementada como un mecanismo adicional en los esfuerzos de erradicación de la pobreza y el hambre en las zonas rurales, y desde luego para la reducción de las desigualdades, que constituyen objetivos prioritarios de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

De acuerdo con el relator especial sobre el derecho a la alimentación, Olivier de Schutter, la Declaración sugiere una enorme contribución en materia de bienestar para los campesinos en al menos cuatro dimensiones. Su implementación permitirá proteger la agricultura familiar de pequeña escala y facilitará un mayor acceso a los medios productivos para los campesinos. Se trata de una guía de políticas enmarcada en el derecho internacional, lo que a su vez contribuye al reconocimiento de los campesinos y trabajadores del campo, hombres y mujeres.

De manera específica, el Artículo 4 de la Declaración se refiere a la erradicación de todas las formas de discriminación de las campesinas; el empoderamiento de las mujeres y su disfrute pleno de los derechos humanos; la participación de las mujeres en la formulación y ejecución de los planes de desarrollo a todos los niveles; el acceso en condiciones de igualdad al más alto nivel posible de salud física y mental; el acceso a la seguridad social, a la educación, a las oportunidades económicas, a participar en todas las actividades comunitarias; el acceso en condiciones de igualdad a los servicios financieros, los créditos y préstamos agrícolas, los servicios de comercialización y las tecnologías apropiadas; el acceso en condiciones de igualdad a la tierra y los recursos naturales; tener un empleo decente, gozar de igualdad de remuneración y acogerse a las prestaciones sociales, y acceder a actividades generadoras de ingresos; y estar protegidas de todas las formas de violencia.

De manera particular, la Declaración reconoce la especial relación e interacción de los campesinos y otras personas que trabajan en las zonas rurales con la tierra, el agua y la naturaleza a las que están vinculados y de las que dependen para su subsistencia. De igual manera, reconoce las contribuciones de las campesinas y campesinos al desarrollo y a la conservación y el mejoramiento de la biodiversidad, que constituyen la base de la producción alimentaria y agrícola en todo el mundo. Además, reconoce su contribución para garantizar el derecho a una alimentación adecuada y la seguridad alimentaria, que son fundamentales para lograr los objetivos de desarrollo convenidos internacionalmente, incluida la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Varias organizaciones campesinas y de mujeres a nivel regional y mundial, así como Organizaciones No Gubernamentales que han acompañado el proceso, han celebrado la aprobación de la Resolución, por cuanto reconoce el rol prominente de las campesinas y campesinos en proveer soluciones a las múltiples crisis que enfrentamos hoy en día - alimentaria, ambiental, social y económica. Pero más allá de la Declaración de los Derechos de los Campesinos, es indispensable el reconocimiento a las mujeres rurales por su aporte a la seguridad alimentaria, al progreso económico y social, y a la protección de la biodiversidad.

Por otro lado, en marzo de 2018, durante la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, finalmente se aprobó la Declaración sobre desafíos y oportunidades en el logro de la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y las niñas rurales. Allí la Comisión finalmente insta a fortalecer los marcos normativos, jurídicos y de política sobre mujeres rurales, así como la voz colectiva y el liderazgo de todas las mujeres y las niñas rurales y su participación en la toma de decisiones.

La Comisión alienta a la comunidad internacional a que aumente la cooperación internacional y dedique recursos a desarrollar las zonas rurales y la agricultura y la pesca sostenibles y a apoyar a los pequeños agricultores, especialmente las agricultoras, ganaderas y pescadoras de los países en desarrollo, en particular los países menos adelantados.

El 12 de marzo de 2019 llevé a cabo en la Organización de las Naciones Unidas el evento de Alto Nivel sobre Mujeres en el Poder, una ocasión especial para fomentar la partición política de las mujeres y por supuesto, de las mujeres rurales.

Hemos avanzado, pero debemos continuar trabajando para alcanzar la igualdad de género, erradicar la discriminación y la violencia contra las mujeres, asegurar una vida plena para las mujeres rurales, desarrollar políticas públicas que mejoren sus condiciones de vida y empoderarlas, para que continúen aportando a la construcción de un mundo más justo y en paz.

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Verónica Alfíe • Así me enlacé con los hilos y los telares de las mujeres rurales argentinas María Fernanda Espinosa Garcés

Presidenta del 73 Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU