Sección 3

En nuestro ADN

Más mujeres en la agricultura para alimentar al mundo

En su modesta finca de 60 hectáreas, ubicada en la provincia china de Hebei, Wu Gui Qin está cambiando la imagen de la agricultura. Aquí, en el ondulante campo, a kilómetros del centro urbano más cercano, esta agricultora de 65 años de edad siembra unos de los cultivos de maíz más productivos de China.

Al igual que muchos pequeños agricultores, esta mujer incansable, capaz de realizar varias tareas a la vez, usa muchos sombreros. Es meticulosa cuando se trata del empleo de nutrientes y protección para garantizar la salud de los cultivos, la eficiencia en la gestión del agua y la conservación de los suelos. Vigila de cerca los sistemas meteorológicos y las plagas invasoras. Todos los días camina atenta por el campo y comparte sus conocimientos en constante expansión con la gente de su pueblo. De hecho, la señora Qin es famosa por brindar de manera desinteresada orientación y asesoramiento a otros agricultores, especialmente a mujeres jóvenes que intentan marcar una diferencia en esta actividad.

Debido a sus esfuerzos, hoy su pueblo y las zonas que lo rodean se hallan en medio de una sorprendente renovación económica y agrícola. En las fincas locales los rendimientos están en aumento, más jóvenes y mujeres encuentran empleos sostenibles en el campo de la agricultura y se producen alimentos nutritivos a un ritmo nunca antes visto en este remoto rincón del país.

Por supuesto, la historia de la señora Qin no es única. Las mujeres de todo el mundo tienen un impacto significativo en un modo de vida que, en gran medida, se considera dominado por los hombres. El Banco Mundial recientemente citó en un informe:

“Las mujeres representan casi la mitad de los agricultores del mundo y, durante las últimas décadas, han ampliado su participación en la agricultura. El número de familias agricultoras cuyo jefe es una mujer también ha aumentado, ya que más hombres han migrado a las ciudades. Como las principales cuidadoras de las familias y las comunidades, las mujeres proporcionan alimentos y nutrición; ellas constituyen el vínculo humano entre la finca y la mesa”.

La contribución de las mujeres nunca antes había sido tan necesaria. De hecho, cuando cene esta noche, considere algunas abrumadoras realidades. Cerca de 7.700 millones de personas en todo el mundo aspiran a un sustento similar al suyo. Durante los próximos 30 años, es probable que ese número alcance los 10.200 millones.

Para poner lo anterior en perspectiva, esto equivale a agregar otra India y otra China a nuestro planeta durante la mayor parte de nuestras vidas. Vamos a necesitar mucha comida —no solo en el mundo en desarrollo, sino también en nuestras economías más fuertemente desarrolladas. Nadie es inmune a la amenaza de la escasez y la inseguridad alimentaria.

Tengan paciencia conmigo, ya que aún debo plantearles algunos otros datos alarmantes. Alimentar a esta creciente población mundial requerirá, entre otras cosas, convertir una mayor área de terreno natural en tierra de cultivo. Se estima que durante los próximos tres decenios tendremos que transformar como mínimo un área del tamaño de México en fincas. Si no administramos eficientemente la producción agrícola, dicha área podría aumentar al tamaño de Canadá, que es cinco veces mayor que México.

Un número mayor de personas. Una cantidad superior de alimentos requerida. Una mayor necesidad de tierra y recursos. Más presión sobre el medioambiente. Esto parece desalentador, ya que afectará el lugar y la forma de vivir de las futuras generaciones.

En efecto, la agricultura se encuentra en una encrucijada. Aunque nadie puede predecir el futuro, lo que sí sabemos sobre el de la agricultura y la producción de alimentos es que la situación actual no lo detendrá. En los próximos 20 años tendremos que duplicar la productividad para mantener el rumbo, sin deteriorar los recursos terrestres, hídricos ni atmosféricos que posibilitan la producción de alimentos.

La buena noticia es que en el sector y la cadena de valor agrícolas contamos con una visión innovadora y el capital intelectual para crear un mundo sostenible desde el punto de vista ambiental y seguro en el plano alimentario.

Sin embargo, nada de esto funcionará si no se elimina la desigualdad entre los hombres y las mujeres en el ámbito de la agricultura.

Lo cierto es que durante los próximos 30 años no seremos capaces de alimentar al mundo sin un número mayor de mujeres dedicadas a la actividad agrícola. De hecho, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, si se brinda a las agricultoras igual acceso a recursos productivos como la tierra, el agua y el crédito financiero, estas pueden producir una cantidad de alimentos de 20 % a 30 % mayor. Esto por sí solo sacará a 150 millones de personas del hambre, un número que podría aumentar significativamente a medida que más mujeres participen en la agricultura.

Empoderar a las agricultoras y animar a más mujeres jóvenes a que desarrollen carreras agrícolas resulta esencial para la misión de Corteva Agriscience. Con el fin de comprender mejor la situación actual de las productoras de todo el mundo y establecer un punto de partida desde el cual podamos medir su crecimiento en el futuro, el año pasado encargamos un estudio para conocer la vida y las preocupaciones de las mujeres que toman parte en la agricultura en 17 países de las cinco regiones del mundo.

De acuerdo con nuestro estudio, intitulado “Las mujeres en la agricultura del mundo”, aunque están muy orgullosas de tomar parte en la agricultura, las mujeres perciben una discriminación generalizada, con independencia de la geografía, que oscila entre el 78 % en la India hasta el 25 % en los Estados Unidos.

Solo la mitad de las agricultoras encuestadas de todo el mundo afirmó que alcanzaban el mismo grado de éxito que sus colegas masculinos, mientras que solo el 42 % expresó que, en general, se ofrecían las mismas oportunidades a las mujeres y a los hombres. Cerca de un tercio de las entrevistadas dijo que pasarían diez años o más antes de que las mujeres empezaran a alcanzar un nivel de paridad en relación con los agricultores hombres.

Otro hallazgo clave obtenido por medio de este estudio fue una diferencia salarial considerable. El 40 % de las productoras de todo el mundo afirmó que tiene ingresos significativamente inferiores a los de los hombres.

El 36 % de las agricultoras manifestó que tenía menos acceso a financiamiento que sus colegas masculinos, mientras que un porcentaje mayor dijo que la escasa capacitación en materia agrícola disponible para las mujeres constituía uno de los principales obstáculos para su crecimiento y éxito.

El deseo de capacitarse surgió como la necesidad más citada entre las encuestadas para eliminar las diferencias de género. En los 17 países, mucho más de la mitad de las entrevistadas manifestó dicha necesidad. Brasil, Nigeria, Kenia, México y Sudáfrica fueron los países que más la citaron.

Aunque nuestro informe no resultó sorprendente, sin duda señaló la necesidad urgente de realizar una reforma y de alcanzar la equidad. Entonces, ¿cómo eliminamos esta desigualdad? Tomar conciencia es el primer paso por dar. El mensaje fuerte y claro expresado por las mujeres agricultoras de todo el mundo es que se requiere una mayor comunicación para exponer los desafíos y las oportunidades que enfrentan las mujeres en la agricultura.

Consideramos esto como una gran oportunidad para dedicar más tiempo y atención a corteva.com, el sitio web de nuestra empresa, a fin de mostrar convincentes cortometrajes sobre las agricultoras de todo el mundo, quienes manejan exitosas operaciones agrícolas, mejorando sus comunidades locales e inspirando a las nuevas generaciones de productoras agrícolas.

Se trata de publicar historias como la de la Sra. Qin, de China, y de Pratima Devi, de la India, quien mantiene un equilibrio entre su vida laboral, familiar y comunitaria, a la vez que gestiona un exitoso cultivo de arroz; relatos como el de Eunice Wangui Murunga, de Kenia, quien escribe una crónica de su travesía de riesgo y renovación personal, cuando intenta llevar a la práctica su pasión por la agricultura; historias como la de Marilyn Hershey, quien dirige una exitosa lechería en las afueras de la zona metropolitana de Filadelfia, por medio de la línea telefónica 800-cattle.

Los insto a que lean estas y otras grandes historias, disponibles en nuestro sitio web: https://www.corteva.com/thisismystory.html, y a que compartan los artículos de This is My Story (Esta es mi historia) en sus redes sociales.

Difundir esta información resulta esencial. Nada resulta más propicio que compartir las conmovedoras y motivadoras historias de las mujeres que están cambiando la imagen de la agricultura.

Por supuesto, la conciencia llega solo hasta cierto punto. Mediante nuestro estudio acerca de las mujeres agricultoras supimos que estas requieren más asistencia y capacitación sobre el terreno.

Un programa de capacitación que presentamos en Zambia, junto con un organismo no gubernamental (ONG), resulta muy prometedor. Está diseñado para ayudar a los pequeños productores y a las agricultoras a ir más allá de la agricultura de subsistencia. Actualmente el 80 % de los 1,4 millones de agricultores de dicho país cultiva maíz, pero solo el 27 % produce una cantidad suficiente para su venta. En este sentido, la dificultad más grande a la que hacen frente es la falta de acceso a insumos que aumenten la productividad, a buenas prácticas de gestión de los cultivos y a vínculos con los mercados agrícolas, en particular en zonas remotas.



Con el fin de enfrentar estos desafíos, trabajamos con Muzika, nuestro ONG socio, en el lanzamiento del Programa de Adopción de Semilla de Maíz de Avanzada de Zambia (Zambia Advanced Maize Seed Adoption Program, ZAMSAP), una alianza de base comunitaria. El ZAMSAP brinda a los productores semilla de maíz híbrido, servicios de asesoría y capacitación en agronomía básica y en conocimientos financieros y de mercados.

Cerca del 60 % de los participantes está compuesto por mujeres y jóvenes y, a la fecha, más de 200 grupos de agricultoras, casi 60 grupos de jóvenes y once escuelas han tomado parte en el Programa. Los participantes realizan siembras en parcelas experimentales y se ocupan de ellas; además, reciben capacitación básica para incrementar sus rendimientos, reducir las pérdidas poscosecha y mejorar sus medios de vida. El Programa se diseñó con base en una iniciativa similar desarrollada en Etiopía, que ha mejorado la calidad de vida de decenas de miles de agricultoras de todo el país.

Asimismo, en Brasil nos asociamos con la Fundación Don Cabral, una de las mejores escuelas de negocios, así como con la Asociación Brasileña de Agronegocios, para presentar la Academia de la Mujer, donde se enseñan a las productoras habilidades de liderazgo, nuevas prácticas agrícolas y los principios agronómicos y las políticas públicas más recientes que tienen impacto en la agricultura, la sostenibilidad y la planificación estratégica.

En India lanzamos un programa de tutoría y capacitación dirigido a las agricultoras, que incluye aprendizaje y nuevas prácticas que pueden aplicar de forma inmediata en sus propias fincas. Además, cada una de las participantes actúa como mentora y se compromete a transmitir sus conocimientos a otras mujeres de sus comunidades, al igual que lo hace la Sra. Qin en China.

En América del Norte tenemos en marcha algunas iniciativas de capacitación y desarrollo en apoyo a las mujeres, incluida la denominada Grow by Farm Her, por medio de la cual se educa a mujeres jóvenes de entre 16 y 22 años de edad, quienes muestran entusiasmo por su futuro en el campo de la agricultura. Durante los eventos de un día de duración estas pueden establecer relaciones con colegas, escuchar a los oradores y reunirse con líderes del sector industrial. En Ucrania se presentó un programa similar, a través de una alianza con el grupo local de educación en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.

Creemos que existe la oportunidad de que estos y otros programas se amplíen y se multipliquen en todo el mundo: una mujer, una agricultora, una líder de comunidad y una mentora a la vez.

De hecho, tendrán que hacerlo. Necesitamos la participación de las mujeres en la agricultura. Es más que una cuestión social y económica, aunque sabemos que, en sí mismos, estos ámbitos son de suma importancia. Al final, se trata de lograr que las vidas de todos los habitantes del planeta sean sostenibles en términos de salud, productividad y nutrición.

Se nos presentan numerosas oportunidades, pero también es mucho lo que está en juego. Por encima de todo, debemos actuar de inmediato y colectivamente para garantizar que la senda trazada para las mujeres sea notoria, productiva y rentable en nuestras fincas y en las comunidades rurales de todo el planeta.

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Verónica Alfíe • Así me enlacé con los hilos y los telares de las mujeres rurales argentinas Dana Bolden

Vicepresidente Sénior de Asuntos Externos y Sostenibilidad Corteva Agriscience