Sección 2

Datos que gritan la realidad

Espacio y representatividad para las mujeres rurales

La organización en asociaciones y cooperativas representa para las mujeres ganar espacios económicos de forma colectiva, lo que incrementa su autoestima, rompe barreras y contribuye a superar retos.

La participación femenina en el mercado laboral va en aumento. Se trata de un fenómeno presente no sólo en los grandes centros urbanos, sino también en las zonas rurales del Brasil. Según los datos publicados por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) en el Informe del Censo Agropecuario 2017, de las más de 15 millones de personas que trabajan en el campo, un 19% son mujeres. Las trabajadoras de las zonas rurales son más de 2.800.000.

El estudio evidencia que las mujeres han ganado un espacio cada vez más relevante en la gestión de los agronegocios. Al menos dos de cada diez productores rurales encargados de fincas son mujeres. Según la encuesta de Hábitos del Productor Rural, llevada a cabo por la Asociación Brasileña de Marketing Rural y Agronegocios (ABMRA) en el 2017, cerca de la tercera parte de los puestos administrativos de las fincas rurales estaban en manos de mujeres. Al compararlo con los datos del 2012, vemos que la participación femenina prácticamente se triplicó, con un salto del 10% al 31%.

Según un estudio de la Asociación Brasileña de Agronegocios (Abag), la presencia femenina se encuentra predominantemente en los minifundios (49,5%) y en pequeñas propiedades (26,1%). En cuanto a actividades, el 73% de las mujeres trabaja dentro de las fincas con tareas que incluyen desde la operación de maquinaria agrícola hasta la administración del negocio.

Si bien representan casi el 50% de la población rural, las mujeres aún enfrentan situaciones de vulnerabilidad social y económica. A fin de superar esta situación, el Gobierno Federal ha tomado medidas a través de distintas políticas públicas para impulsar el cooperativismo, la sostenibilidad y la inclusión social y productiva, con énfasis en las mujeres rurales. Las mismas apuntan a convertirlas en protagonistas del proceso de comercialización de sus productos y de la administración de los ingresos derivados de su trabajo. Mediante su organización en asociaciones y cooperativas, por ejemplo, las mujeres logran ganar espacios económicos de forma colectiva, lo que incrementa su autoestima y contribuye a la superación de retos y a romper las barreras del prejuicio.

El acceso al crédito les permite a las mujeres invertir en actividades productivas generadoras de ingresos. Así, además de mejorar las condiciones de vida de las familias, por ejemplo, a través del incremento de la seguridad alimentaria, les confiere más autonomía y empoderamiento, lo que contribuye a una mayor igualdad entre hombres y mujeres, tanto a nivel familiar como comunitario. Según datos del Banco Central, el porcentaje de contratos del Programa Nacional de Fortalecimiento de la Agricultura Familiar (Pronaf) otorgados a mujeres en el 2016 fue del 25%. En algunos estados, como Ceará y Piauí, dicha cifra alcanzó el 44% y 46% respectivamente. Se trata de unas 400 mil mujeres al frente de este proceso, un instrumento fundamental para garantizar el empoderamiento de las mujeres rurales.

Brasil cuenta además con el Sello Nacional de la Agricultura Familiar (Senaf Mujer), cuyo cometido es reconocer y empoderar a las mujeres al garantizarles autonomía en la elaboración y comercialización de sus productos, así como fortalecer y fomentar las actividades productivas. Este programa reconoce el papel de las mujeres en la soberanía alimentaria y promueve su protagonismo en el desarrollo sostenible al dar visibilidad al papel de la mujer como agente económico y sujeto político.

Según datos del Ministerio de la Ciudadanía, la participación de las mujeres como proveedoras del Programa de Adquisición de Alimentos (PAA) asciende al 48%. Esta iniciativa brasileña es un referente a nivel mundial por haber logrado aliar el fortalecimiento de la agricultura familiar a la producción de alimentos saludables para hacer llegar alimentos a personas en situación de inseguridad alimentaria.

Si bien las mujeres aún no cuentan con las mismas extensiones de tierra ni los mismos niveles salariales que los hombres, el conjunto de políticas públicas centradas en este segmento de la población representa un avance importante en la promoción de la equidad entre hombres y mujeres en las zonas rurales. La toma de decisiones de las propietarias de fincas y la fuerza de las trabajadoras rurales está cambiando el statu quo de la realidad agraria en Brasil.

La idea es que las actividades relacionadas con los agronegocios en Brasil se vuelvan cada vez más incluyentes y se inclinen por una mano de obra más calificada. En ese sentido, las mujeres suelen especializarse mucho más que los hombres. Tanto en las zonas rurales como urbanas, los niveles de escolaridad de las mujeres superan los de los hombres. Además, se apunta a que las mujeres nacidas en el campo y formadas en la ciudad regresen a sus orígenes y contribuyan con sus conocimientos a la cadena productiva de las zonas rurales.

Cuando las productoras rurales logran el mismo acceso que los hombres a recursos productivos y financieros, oportunidades de ingreso, educación y servicios, se genera un incremento considerable en la producción agrícola y una caída significativa en los índices de hambre y pobreza. Con el apoyo de políticas dirigidas a garantizar la autonomía y la equidad de género de las mujeres rurales, se puede avanzar en el proceso de empoderamiento y lograr mejores condiciones de vida y trabajo para la mujer en el campo.

Políticas públicas para incluir

Otro aspecto importante es el cuidado del ambiente. En Brasil necesitamos cuidar mejor nuestras aguas, especialmente reteniendo las que traen las lluvias. Estamos trabajando en la preparación de un gran programa de consolidación de microcuencas para la utilización de agua en la agricultura y para asegurar el abastecimiento de para las personas. Australia tiene limitaciones en el crecimiento de su agricultura por causa de los límites que impone la disponibilidad de agua. En Brasil tenemos abundancia, pero tenemos que cuidarla cada vez más. Necesitamos pequeños diques para asegurarnos el agua que hoy dejamos ir. Nuestros estados de São Paulo y Paraná tienen programas interesantes de microcuencas y tenemos que llevar esos programas a todo Brasil, siempre en un marco de respeto por el ambiente, en el que la mujer está a la vanguardia.

El mundo sabe que está pasando por un cambio en el clima. Y nuestros agricultores y agricultoras son los mayores defensores del ambiente, ya que su negocio depende de la preservación. En Brasil preservamos mucho: en los últimos 40 años nuestro país pasó de ser un importador neto a un gran exportador de alimentos. Aumentamos nuestra productividad en 346% y extendimos nuestra área agrícola en apenas 33%. Brasil implementó un Código de Bosques riguroso, sin igual en el mundo, que determina la conservación de vegetación nativa en hasta 80% de las propiedades rurales.

Nuestro trabajo busca también crear un entorno cada vez más favorable para el trabajo de los agricultores. Los territorios rurales deben ofrecer cada vez más y mejores servicios. Para eso hemos puesto en marcha, desde el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento (MAPA), un programa en conjunto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovaciones y Comunicaciones (MCTIC) denominado Cámara del Agro 4.0, que servirá para ampliar la conectividad en el campo y establecer acciones para que Brasil sea un exportador de soluciones de Internet de las Cosas aplicadas a los agronegocios, algo que resulta vital para producir más con sustentabilidad, es decir, sin ampliar el área sembrada. Aquí, también, el foco está puesto en los productores y productoras de pequeña escala.

Con este programa estamos llevando más conectividad a las regiones de Brasil que más lo necesitan, como el Norte, el Noreste y el Centro-Oeste. Sólo en el Noreste, la segunda región más populosa del país, serán invertidos más de 20 millones de dólares para que la conectividad llegue al ambiente rural. En la región Norte serán 9 millones de dólares.

Además, a través del proyecto Don Helder Cámara, beneficiamos a 57 486 familias rurales que viven en la región semiárida brasileña garantizándoles asistencia técnica permanente. Este proyecto es fruto de una asociación entre la Secretaría de Agricultura y Cooperativas Familiares (SAF) del MAPA, el FIDA y la Agencia Nacional de Asistencia Técnica y Extensión Rural (Anater).

El proyecto permite la implementación de acciones referenciales para combatir la pobreza y apoyar el desarrollo rural sostenible en las regiones semiáridas de Brasil. Su propósito es reducir las desigualdades al moderar los efectos causados por las condiciones climáticas adversas a través de la integración de políticas públicas federales, estatales y municipales.

Otro programa importante que sirve de apoyo a las familias rurales es el Plan de Acción para el Nordeste (AgroNordeste). Coordinado por el MAPA, el plan tiene como objetivo apoyar la organización de cadenas agrícolas, expandir y diversificar los canales de comercialización y aumentar la eficiencia de la producción y el beneficio social en el Noreste.

Se trata de un plan declarado prioritario y que ha sido diseñado por un equipo multidisciplinario, pensado para enfrentar los desafíos que todos los días ponen a prueba a los agricultores del Noreste brasileño. El plan brindará soluciones a las barreras identificadas para la competitividad y apoyar la mejora de los sistemas de producción. También prevé el apoyo para ampliar el acceso de los productores rurales de la región a diferentes mercados, crédito, servicios de asistencia técnica y nuevas tecnologías, especialmente para el desarrollo de productos y estrategias de valor agregado para hacer frente a condiciones de sequía.

AgroNordeste fue diseñado a inicios del 2019, con visitas de campo que realicé junto con mi equipo, a los estados de Piauí, Ceará, Paraíba, Río Grande del Norte, Sergipe, Alagoas, Bahía y Pernambuco, donde conocimos diferentes iniciativas de producción y comercialización.

Se organizó, por lo tanto, mirando de cerca la realidad que enfrentan los agricultores de la región Noreste y decidimos centrarnos inicialmente en ocho microrregiones. La idea es ampliar el área beneficiada por el proyecto.

También hemos publicado la ordenanza que establece el modelo de gestión del plan. Establecimos la Unidad de Gestión de AgroNordeste, vinculada a mi despacho, el Comité de Coordinación Central y los Comités Coordinadores de los estados para poner en funcionamiento los proyectos en las unidades locales.

El Comité de Coordinación Central está formado por todas las secretarías y agencias federales vinculadas al Ministerio, como la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), el Instituto Nacional de Meteorología (Inmet) y el Servicio Forestal Brasileño, además de las instituciones asociadas, el Servicio Nacional de Aprendizaje Rural (Senar) y el Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas (Sebrae).

Se trata de una gran alianza entre el gobierno y la sociedad en la que las familias rurales, y especialmente las mujeres rurales, están en el centro de las preocupaciones y acciones del Estado.

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Josette Altmann Borbón • Pobreza e inserción productiva de las mujeres rurales Tereza Cristina Corrêa da Costa Dias

Ministra de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento, Brasil