Las mujeres rurales del Triángulo Norte de Centroamérica tienen un rol clave en la seguridad alimentaria y nutricional de sus familias
Una aproximación a la capacidad de resiliencia de la seguridad alimentaria y nutricional en hogares rurales liderados por mujeres
En el área rural, los hogares monoparentales encabezados por una mujer son el resultado de diversas circunstancias, tales como migración, violencia, inequidades de género y económico-sociales, conflictos familiares y sociales, así como de otras manifestaciones que desintegran la familia. Estos hogares enfrentan una realidad compleja, que los expone a situaciones de vulnerabilidad económica y social con dificultades en la participación en las fuentes de trabajo, así como en el acceso a los beneficios de algunas políticas sociales que permiten un estado de seguridad alimentaria y nutricional estable y sostenible.
Mediante el Programa de Sistemas de Información para la Resiliencia en Seguridad Alimentaria-Nutricional en la Región del Sistema de Integración Centroamericana (PROGRESAN-SICA) se realizó un estudio sobre la capacidad de Resiliencia de la Seguridad Alimentaria y Nutricional (RSAN) de los hogares rurales en el triángulo norte de Centroamérica1.
Dicho estudio estima el Índice de Capacidad de Resiliencia para hogares monoparentales con jefe mujer y hogares tradicionales, tomando en cuenta cuatro pilares: activos, acceso a servicios básicos, capacidad de adaptación y redes de protección social. Para este análisis se aplicó la metodología para la Medición y Análisis del Índice de Resiliencia, denominado RIMA-II, promovido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Los resultados muestran que un hogar de cada tres en El Salvador y cerca de uno de cada cinco en Guatemala y Honduras corresponde a un hogar monoparental con jefe mujer.
En Guatemala y Honduras, en los hogares monoparentales liderados por mujeres se observa mayor capacidad de Resiliencia de la Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN) que en hogares tradicionales, no así en El Salvador.
En síntesis, estos fueron los principales hallazgos:
Un hogar de cada tres en El Salvador y cerca de un hogar de cada cinco en Guatemala y Honduras es un hogar monoparental encabezado por mujer.
La capacidad de Resiliencia en Seguridad Alimentaria y Nutricional es mayor en hogares monoparentales encabezados por mujer que la de los hogares tradicionales, en áreas rurales de Guatemala y Honduras.
La capacidad de Resiliencia en Seguridad Alimentaria y Nutricional es mayor en hogares monoparentales encabezados por mujer que la de los hogares tradicionales, en áreas rurales de Guatemala y Honduras. Lo opuesto ocurre en El Salvador. Es necesario fortalecer la capacidad de adaptación y el acceso a redes de protección social de los hogares monoparentales, para una mayor Resiliencia en SAN.
Impacto de la capacidad de Resiliencia de la SAN e impulso de políticas públicas en apoyo a su desarrollo y estabilidad
La falta de capacidad de Resiliencia de la SAN afecta principalmente a los hogares vulnerables expuestos a situaciones negativas que les impiden proveerse de medios de vida sostenibles, contar con los servicios necesarios para el desarrollo y ser protegidos por las redes privadas y públicas existentes. Esta condición se manifiesta con inseguridad alimentaria y nutricional, medida por indicadores de consumo de alimentos que indican los aportes de nutrientes indispensables para un desarrollo físico adecuado de los miembros del hogar.
Es notorio el hecho de que los hogares son más resilientes gracias a estrategias desarrolladas e implementadas por las madres y jefas del hogar.
A pesar de las condiciones y luchas que las mujeres experimentan para participar plenamente en su entorno social y económico -por las diversas cargas laborales, familiares y domésticas, así como la lucha constante para gozar de su derecho a la igualdad de condiciones- es notorio el hecho de que los hogares son más resilientes gracias a estrategias desarrolladas e implementadas por las madres y jefas del hogar.
Es necesario desarrollar, entonces, políticas públicas dirigidas a mujeres, y en particular a las jefas del hogar, que tengan efectos de largo plazo en el capital humano.
Estas acciones deben fortalecer la capacidad de Resiliencia de la SAN mediante el fomento del empleo, programas que mejoren expectativas de trabajo remunerado, faciliten la compatibilidad con cargas familiares, y estén diseñadas para reducir la pobreza con base en la estructura y condición singular de la familia encabezada por una mujer.
En el corto plazo, es importante desarrollar políticas públicas que generen inversiones capaces de revertir el efecto negativo de las dimensiones a cada uno de los pilares arriba mencionados y que se vinculan con la capacidad de Resiliencia de la SAN en aquellos hogares encabezados por una mujer. Para Guatemala, es especialmente importante fortalecer las redes gubernamentales de protección social.
Para los tres países es pertinente el desarrollo de programas que mejoren el acceso a servicios básicos, programas de inversión social con acciones que generen ingresos y realcen los efectos positivos de la capacidad de adaptación de los hogares.
Para los tres países es pertinente el desarrollo de programas que mejoren el acceso a servicios básicos, programas de inversión social con acciones que generen ingresos y realcen los efectos positivos de la capacidad de adaptación de los hogares, mediante la participación de la mujer jefe del hogar, y acciones para la generación de información para el monitoreo de la capacidad de Resiliencia de la SAN mediante encuestas nacionales de hogares.
1 Sibrian, R. y Patricia Palma. Una aproximación de la capacidad de resiliencia de la seguridad alimentaria y nutricional en hogares liderados por mujeres en el área rural de países del triángulo norte de centroamérica. PROGRESAN-SICA. Julio, 2018.