Mujeres rurales de ayer, hoy y mañana
Son dignas de igualdad y seguirán luchando hasta obtenerla
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Existe una historia oficial, que es la que todos conocen. Hasta hace poco Portugal era en su mayoría un país rural. En 1960 el 65 % de la población nacional vivía en zonas rurales1. Los ingresos se obtenían en gran medida a través de la agricultura, la ganadería y actividades relacionadas con ellas. Muchas personas trabajaban de sol a sol por un salario muy bajo.
La pobreza y los importantes desequilibrios económicos nos ayudan a comprender por qué en las décadas posteriores el interior del país se fue despoblando progresivamente. En 2017 solo el 35 % de la población del país vivía en las zonas rurales. En 1981 el 27 % de los individuos estaba empleado en el sector primario de la economía, mientras que en 2017 solo 6 % trabajaba en dicho sector2.
Estas mujeres hicieron algo más que trabajar. No olvidemos su participación en actividades comunitarias y políticas, sin importar los numerosos obstáculos que enfrentaron en el camino y el menosprecio frecuente de su rol.
Estas cifras sugieren amplios y profundos cambios en la sociedad, incluidos los flujos masivos de inmigrantes. Afortunadamente, las experiencias de los hombres que se vieron obligados a dejar su ciudad natal debido a las dificultades económicas que enfrentaban están bien documentadas. Mucho menos se sabe sobre las mujeres que inmigraron también y sobre las que permanecieron en su ciudad natal.
Llenar este vacío es una tarea a la que debemos dirigir nuestros mejores esfuerzos. Se deben sacar conclusiones. Por ejemplo, podríamos ahondar en las obras de Ana de Castro Osório, una autora feminista de inicios del siglo XX, quien se inspiraba en relatos orales de campesinas pobres para escribir algunos de sus ensayos e historias. Podríamos examinar un precioso libro, publicado originalmente en fascículos durante el periodo de 1948 a 1950 con el título As Mulheres do Meu País (Las mujeres de mi país), en el cual la periodista y activista política María Lamas describe las condiciones de vida y de trabajo de las mujeres en ese momento, las cuales inspiraron también a novelistas como Alves Redol, Soeiro Pereira Gomes y Ferreira de Castro.
Poco a poco se alzan las voces perdidas de las mujeres rurales y se presenta una nueva historia, que incluye a las numerosas niñas y mujeres que fueron apartadas de todo lo que les era familiar y se volvieron servidoras en una ciudad lejana, a las muchas que se aventuraron en países extranjeros sin estar seguras de que podrían regresar algún día a su país, y a las mujeres que se quedaron. Eran campesinas, pero también trabajaban en fábricas, vendían productos en mercados y ferias y eran costureras y maestras.
Todas estas ocupaciones se combinaron con el desproporcionado peso de las tareas domésticas y familiares, injustamente puesto sobre los hombros de las mujeres desde su primera infancia.
Sin embargo, estas mujeres hicieron algo más que trabajar. No olvidemos su participación en actividades comunitarias y políticas, sin importar los numerosos obstáculos que enfrentaron en el camino y el menosprecio frecuente de su rol, de acuerdo con testimonios posteriores. Uno de los acontecimientos grabados en nuestra memoria colectiva tuvo lugar en la primavera de 1846, cuando varias mujeres de Fontarcada, un pequeño pueblo ubicado al norte de Minho, desempeñaron una función clave en un movimiento popular en contra del Gobierno nacional, que se extendería eventualmente a otras partes del país.
As sete mulheres do Minho
Mulheres de grande valor
Armadas de fuso e roca
Correram com o regedor
Las siete mujeres de Minho
Mujeres de gran valor
Armadas con huso y rueca
Expulsaron al regidor
Tomado de la canción As sete mulheres do Minho, de José Afonso, 1979
En la primavera de 1954, en un pueblo sureño llamado Baleizão, catorce mujeres cosechadoras unieron sus voces para exigir un aumento de salario. La líder del grupo recibió un disparo de la policía. Asesinada a los 26 años de edad, Catarina Eufémia se convirtió en el símbolo de la lucha por los derechos de las trabajadoras rurales y un régimen democrático en Portugal.
Tinha chegado o tempo
Em que era preciso que alguém não recuasse
E a terra bebeu um sangue duas vezes puro
Porque eras a mulher e não somente a fêmea
Eras a inocência frontal que não recua
Había llegado el momento
En el que alguien no debía echarse atrás
Y la tierra bebió tu sangre, doblemente pura
Porque eras la mujer, no solo la hembra
Eras la franca inocencia, que no recula
Del poema “Catarina Eufémia” de Sophia de Mello Breyner Andresen, 1972
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Es el año 2018.
A pesar de las considerables mejoras observadas en el acceso a la asistencia médica y la educación, que tienen consecuencias muy significativas para la vida de las personas que habitan en las zonas rurales, la realidad contemporánea de estas zonas de Portugal aún se ve afectada por diversos motivos de preocupación.
Uno de ellos es el envejecimiento de la población. Además, los indicadores sobre la educación formal son alarmantes. Más de la mitad de las mujeres de las zonas rurales solo han completado la primaria y, en algunos casos, no lograron terminarla. La gran mayoría de los productores agrícolas carecen de cualquier tipo de capacitación específica para llevar a cabo su trabajo.
Las limitaciones en el acceso a servicios esenciales para la calidad de vida, tales como los concernientes al cuidado infantil y de los adultos mayores, resultan perjudiciales especialmente para las mujeres, ya que estas continúan realizando la mayor parte del trabajo no remunerado de la familia. Algunas de ellas aún requieren el permiso de sus maridos o sus padres para trabajar o participar en actividades recreativas. La búsqueda de la autonomía y la libertad expone a las mujeres a una denigración y un control social intensos, lo que puede poner en peligro no solo el respeto que merecen de los demás, sino también sus ingresos, su red de apoyo social e incluso su integridad física.
No obstante, un análisis más profundo muestra que algunas mujeres rurales son jóvenes y muy calificadas y ocupan cargos profesionales que antes estaban fuera de su alcance, varias de las cuales desarrollan proyectos novedosos dentro de cooperativas o microempresas en los sectores agrícola y turístico, entre otros. Muchas experiencias innovadoras lideradas por mujeres en el ámbito artesanal han resultado exitosas y han impulsado las comunidades y las tradiciones locales, con el respaldo de herramientas tecnológicas, de diseño y comercialización avanzadas.
Los formuladores de políticas deben tener en cuenta el contexto histórico y hacer frente a los problemas aumentando el potencial y los recursos disponibles.
Es responsabilidad de todos cumplir la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en la que la igualdad de género constituye uno de los principales objetivos.
Es responsabilidad de todos cumplir la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, en la que la igualdad de género constituye uno de los principales objetivos. El crecimiento económico es clave, al igual que el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas, la eliminación de la violencia y de las prácticas dañinas, la inversión en la educación permanente y en el desarrollo científico y tecnológico inclusivo, la paridad de género en la toma de decisiones en los ámbitos político, económico y público, y otras prioridades que se manifiestan inmediatamente cuando las experiencias de los hombres y las mujeres se consideran de manera equitativa.
Se pueden producir efectos positivos en la vida diaria de las mujeres y los hombres solo si se hace un significativo hincapié en la territorialización de la política pública. Pero, ¿qué significa realmente territorializar?
Quiere decir introducir las características y las necesidades locales en el proceso de diseño de las políticas desde su inicio, crear herramientas específicas que aseguren y estimulen la utilidad de las iniciativas sobre el terreno, invertir en el establecimiento de redes y alianzas, y asignar a las autoridades locales y las organizaciones no gubernamentales un rol como agentes estratégicos en la definición y la implementación de medidas.
En esto es en lo que hemos estado ocupados.
La aplicación de medidas justas y firmes en el campo de la igualdad es solo el principio.
La aplicación de medidas justas y firmes en el campo de la igualdad es solo el principio. También debemos insistir en que se preste atención a las asimetrías de género en todas las demás esferas de la gobernanza. La integración resulta fundamental para garantizar intervenciones coherentes y eficaces sobre el terreno.
En este sentido, recientemente se han logrado avances importantes en Portugal, en particular, el reconocimiento de la perspectiva de género en los programas nacionales de cohesión y organización territorial y en el Programa de Desarrollo Rural, que incluye la provisión de apoyo financiero, capacitación y asistencia técnica.
En 2016 más de tres millones de adultos participaron en actividades de aprendizaje permanente, es decir, cerca de un millón más que en 2007, con una distribución equilibrada entre mujeres y hombres3. Para finales de 2016, el 42 % de los proyectos financiados por el Programa de Desarrollo Rural en la categoría de nuevos obreros agrícolas era liderado por mujeres4.
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Hay más de una historia. Las sociedades varían mientras hablamos y las desigualdades perduran y cambian de forma; sin embargo, las victorias son posibles.
En lugar de reducir a las mujeres a una categoría monolítica, los formuladores de políticas deben prestar atención a sus necesidades y experiencias específicas y garantizar respuestas adecuadas a ellas.
Hoy más que nunca sabemos que las mujeres que viven y trabajan en las zonas rurales son tan distintas como pueden ser. Además de recibir un trato desigual por su género, algunas de ellas son víctimas de discriminación y violencia por su edad, origen étnico o racial, discapacidad, nacionalidad, orientación sexual, identidad y expresión de género o características sexuales. En lugar de reducir a las mujeres a una categoría monolítica, los formuladores de políticas deben prestar atención a sus necesidades y experiencias específicas y garantizar respuestas adecuadas a ellas.
De hecho, ninguno de estos asuntos puede separarse completamente de los demás. La promoción de la igualdad y la no discriminación constituye un requisito para la calidad de vida, por lo que ninguna comunidad que desea un futuro atractivo y sostenible debe olvidarla.
Las mujeres rurales merecen la igualdad; durante mucho tiempo han clamado por ella e, indudablemente, seguirán luchando hasta conseguirla.
1 Datos del Banco Mundial, extraídos de https://data.worldbank.org/indicator/SP.RUR.TOTL.ZS
2 Statistics Portugal y Pordata, extraídos de https://www.pordata.pt
3 Oliveira, Célio et al. (2017), Educação e Formação de Adultos em Portugal: Retrato Estatístico de uma Década, Lisboa, Statistics Portugal.
4 Datos administrativos del Ministerio de Agricultura, Bosques y Desarrollo Rural, Gobierno de Portugal.